Es uno de los documentos fundacionales del
pensamiento ecologista. Sin embargo, no
procede de ningún filósofo reconocido.
Es la respuesta, fruto de la perplejidad, de un gran jefe indio
norteamericano. La respuesta ante la
osada propuesta, hecha por Franklin Pierce (presidente de los EEUU), de comprar
las tierras que los indios habían habitado desde tiempos remotos. Esta
carta recuerda aquella frase de otro indio, de Chamalú: soy tierra que camina.
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