Corría el año 399 a.C. Los atenienses, que todavía no habían curado las cicatrices producidas por la Guerra del Peloponeso, abrieron otra herida con el juicio y muerte de Sócrates que, a la sazón, tenía setenta años.
Hay quien dice que en el banquillo de los acusados no se sentaba sólo un hombre, sino una manera de abordar la realidad y la vida pública. El juicio a Sócrates fue un juicio a la Filosofía, a la no aceptación pasiva de las costumbres y tradiciones vigentes, a la incansable reflexión acerca de nosotros mismos en la búsqueda de la mejor forma de vida posible. Algunas de las palabras pronunciadas por el reo no dejan lugar a la duda: “… afirmo que el mayor bien para un hombre es precisamente éste, tener conversaciones cada día acerca de la virtud y de los otros temas de los que vosotros me habéis oído dialogar cuando me examinaba a mí mismo y a otros, y digo que una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre…”
Aquí os presentamos la que quizás es la versión cinematográfica más fiel de lo que se dijo en aquel famoso juicio, siguiendo la versión ofrecida por Platón. Corresponde a la película de Roberto Rossellini Sócrates de 1970.
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